viernes, 6 de agosto de 2010

Yo tengo la razón... ¿y para qué te sirve tenerla?

El error de imponer la visión propia


El caso de un ministro italiano que quiere que todos usen el mismo cristal que él

Todo empezó cuando el ministro para el Cumplimiento del Programa del Gobierno en Italia, Gianfranco Rotondi, afirmó en una entrevista: "Debemos decir no al tótem religioso que paraliza toda Italia por una hora". Se refería al tiempo de almuerzo estipulado por ley de una hora a partir de las 13.30 y de dos horas para el comercio. Y agregó: "Es en la dilatación de la pausa para comer donde anida el fenómeno del ausentismo laboral. Yo no la practico desde hace 20 años".

La respuesta inmediata de los dirigentes de las representaciones sindicales no se hizo esperar y estuvo a la altura de las más brillantes comedias de aquel país: "Es ridículo. Deberíamos abolir también el fastidioso rito de dormir y hacer turnos de 24 horas"; "¿Pero el ministro Rotondi ha trabajado alguna vez?"; "Es una broma, ¿no?".


Rotondi debió salir al cruce y aclarar la intención de sus declaraciones en forma contundente: "Si un ministro quisiera hacer una ley para modificar los horarios de comer, habría que encerrarlo". Y agregó: "Lo ideal es que cada trabajador pueda elegir".

La controversia tiene aristas de mayor significación que el simple enfrentamiento entre un funcionario y los sindicatos. Hay costumbres que incluyen una sensibilidad muy profunda y salen a la luz con virulencia cuando se intenta modificarlas.

El ejemplo sirve para identificar los límites entre lo permitido, lo prohibido y lo posible. Hay medidas que se toman con respecto al personal de cualquier empresa que tienen ciertas posibilidades de éxito mientras se realice un esfuerzo de negociación y comunicación tan amplio como sostenido.

A veces son de mayor relevancia que los horarios de almuerzo, pero, en última instancia, posibles de comprender y ser aceptados. Pertenecen a la zona de lo posible y con el paso del tiempo hacen raíz en el terreno de lo permitido. Muy distinto es cuando se ingresa en el ámbito de lo prohibido.

La incursión del ministro Rotondi por estas áreas, sin aviso previo, adquiere características de violación de derechos, lo que queda demostrado por las reacciones que provocó. El fundamento implícito es una trampa en la que los dirigentes o cualquier otra persona suelen caer y consiste en afirmar que lo que uno siente o hace es un canon aceptable para el resto de la humanidad. El enunciado es simple: "Si yo no lo hago desde hace veinte años, ¿por qué no lo puede hacer cualquiera?". Hoy, cuando ha tomado una muy loable vigencia el respeto por la diversidad, una afirmación como la enunciada es peligrosa.

La tentación

Es muy tentador observar el mundo a través de los propios ojos de modo excluyente, pero es muy dañino si lo trasladamos a cualquier posición dirigencial. Precisamente, porque se trabaja con otras personas que tienen costumbres, valores y ritos propios que deben respetarse en la medida de lo admisible. No se trata tan sólo de la muletilla de que "siempre hay resistencia al cambio". Esta es una verdad a medias, porque si fuera una verdad entera, estaríamos todavía viviendo en las cavernas.

La sugerencia de Rotondi, como hubiera podido ser de cualquiera que opinara a partir de sí mismo, fue un desacierto. Un error para evitar por todo aquel que trabaje con otra gente.

Nota publicada en:

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1215245



Para reflexionar:


Como bien dice en la nota que nos sirve de disparador “afirmar que lo que uno siente o hace es un canon aceptable para el resto de la humanidad” es una trampa en la que muchos solemos caer.


Hoy te invitamos a que busques aquellas situaciones en las que tenés formada una opinión y elegís mantenerla pase lo que pase. O incluso, cuando buscás convencer a los demás para que piensen como vos. Cuántas veces caemos en discusiones sin sentido en las que cada parte sólo admite su “verdad” cómo la única e indiscutible.


Tanto en el ámbito laboral como en el personal, entrar en estas discusiones no nos permite escuchar lo que el otro tiene para decirnos y compartir una mirada diferente de una situación. Quizá tan válidas como las nuestras.


¿Cuántas amistades se debilitaron por una discusión como ésta? ¿Cuántas relaciones laborales? Cada uno de nosotros tiene una visión de los hechos que vive y la interpretación que hacemos de cada uno de ellos, es diferente en cada persona, ya que está alimentada por la propia historia personal. Te proponemos que cuando vayas a mantener un punto de vista observes qué tan fundado es aquello que defendés. ¿Cuáles son los hechos que realmente pasaron? ¿y cuáles son tus propias interpretaciones? Que busques cuál es el sentido de querer cambiar lo que piensa el otro y que empieces a escuchar qué tiene el otro para decirte y de qué manera te puede ser útil.


Te propongo que empieces a dejar rivalidades de lado y, en cambio, observes fortalezas que sumen capacidades. Busquemos entender que el otro tiene su propio punto de vista y  que esto nos puede permitir crecer laboralmente.


Preguntas para crecer:

- ¿Tenés objetivos claros respecto de tu crecimiento laboral? ¿Estás trabajando para obtenerlos? ¿Qué necesitás? ¿A quién le podrías pedir ayuda y todavía no lo estás haciendo?
- ¿Para qué dedicas tiempo y energía en convencer a otros de tu punto de vista?
- ¿Qué te impide escuchar lo que una persona tiene para compartir?
- ¿Qué beneficio encontrás con tu explicación? ¿Qué pasaría si vieras las cosas desde otro punto de vista? ¿De qué te tendrías que hacer cargo?

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