De todas las posibilidades de
reflexión que encuentro en este cuento hay algo en lo que quiero enfocarme. La
sed. El león tiene sed y por mucho miedo que tenga, esa necesidad lo impulsa a
afrontar al ‘león’ del lago.
Los invito a que se enfoquen en
su “sed”. Interpreto esta sed como esas ganas de hacer cosas, esa necesidad
interna de crear, generar, inventar. De hacer aquello que amamos y que nos
llena. Pero que muchas veces por miedo dejamos a un costado, no le prestamos
atención.
¿Qué es lo que te gustaría estar
generando, pero no estás haciendo?
¿Qué actividades te llenan de
felicidad?
Yo agradezco una y otra vez esa “sed”
interna que me recuerda que hay mucho adentro mío para crear y para compartir
con otras personas. Esa sed es la que me impulsa a escribir, a hablar con
alguien desde un lugar reflexivo, a crear un entrenamiento que pueda serle útil
a las personas para tener una mejor calidad de vida.
Si el león del cuento hubiera
hecho foco en sus miedos más que en su sed, hubiera muerto de inanición. Les
propongo que se enfoquen en sus sueños, más que en sus miedos. No dejen morir aquello que les da vida.
Y me lo propongo a mí. Me invito
a hacer a pesar del miedo.
Les aseguro que la satisfacción
de estar escribiendo estas líneas es única e irrepetible.
Y quizá mañana vuelva a tener
muchos miedos, dudas, para volver a escribir. Pero en mi cabeza resuena una
frase. “Enfocate en tu sed”. “Enfocate en lo que querés”.
Y al meter la cabeza en las aguas, ¡el león desapareció!