sábado, 23 de febrero de 2013

El león.

“En una ocasión, un león se aproximó hasta las aguas espejadas para calmar su sed, y al acercarse a las mismas, vió su rostro reflejado en ellas y pensó: ‘¡Vaya!, este lago debe ser de este león. Tengo que tener mucho cuidado con él’. Atemorizado se retiró de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó a las mismas. Allí estaba otra vez el ‘león’. ¿Qué hacer? La sed lo devoraba y no había otro lago cercano. Retrocedió. Unos minutos después volvió a intentarlo y, al ver al león, abrió las fauces amenazadoramente, pero al comprobar que el otro ‘león’ hacía lo mismo, sintió terror. Salió corriendo, pero era ¡tanta la sed! Lo intentó varias veces de nuevo, pero siempre huía espantado. Pero como la sed era cada vez más intensa, tomó finalmente la decisión de beber agua del lago sucediera lo que sucediese. Así lo hizo. Y al meter la cabeza en las aguas, ¡el ‘león’ desapareció!”

De todas las posibilidades de reflexión que encuentro en este cuento hay algo en lo que quiero enfocarme. La sed. El león tiene sed y por mucho miedo que tenga, esa necesidad lo impulsa a afrontar al ‘león’ del lago.
Los invito a que se enfoquen en su “sed”. Interpreto esta sed como esas ganas de hacer cosas, esa necesidad interna de crear, generar, inventar. De hacer aquello que amamos y que nos llena. Pero que muchas veces por miedo dejamos a un costado, no le prestamos atención.
¿Qué es lo que te gustaría estar generando, pero no estás haciendo?
¿Qué actividades te llenan de felicidad?
Yo agradezco una y otra vez esa “sed” interna que me recuerda que hay mucho adentro mío para crear y para compartir con otras personas. Esa sed es la que me impulsa a escribir, a hablar con alguien desde un lugar reflexivo, a crear un entrenamiento que pueda serle útil a las personas para tener una mejor calidad de vida.
Si el león del cuento hubiera hecho foco en sus miedos más que en su sed, hubiera muerto de inanición. Les propongo que se enfoquen en sus sueños, más que en sus miedos.  No dejen morir aquello que les da vida.
Y me lo propongo a mí. Me invito a hacer a pesar del miedo.
Les aseguro que la satisfacción de estar escribiendo estas líneas es única e irrepetible.
Y quizá mañana vuelva a tener muchos miedos, dudas, para volver a escribir. Pero en mi cabeza resuena una frase. “Enfocate en tu sed”. “Enfocate en lo que querés”.
Y al meter la cabeza en las aguas, ¡el león desapareció!